viernes, 14 de marzo de 2014

Metáfora.



Veo una mirada triste, y eso me recuerda donde estoy, en un túnel que parece tan largo que su luz nunca será alcanzada por mis desesperadas manos. Doy un grito al vacío pidiendo ayuda, suplicando por mi alma, pero nadie me escucha. ¿Alguna vez alguien lo hizo? ¿O solo había sido una ilusión que se fue desvaneciendo en las garras del tiempo?


A veces en este túnel había tocado fondo, pero también había tocado los rayos de luz que reflejaba el principio. Había intentado salir, había picado las paredes, pero nunca conseguí más que unos agujeros que al final dolían más.


Me daba la sensación de que si alcanzaba el final algo agridulce pasaría, algo malo pero que con ello traería la calma y la paz. 

A los días cuando en el exterior alguien decidió que era mi hora llegué al final del túnel, y entonces la cruel y fría verdad me golpeó, aquello no había sido un túnel, había sido mi cabeza. 









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